BOLIVIA: ESTADO EN TRANSICIÓN
Marcos Domich. Director de “Marxismo Militante”, Secretario de Relaciones internacionales del Partido Comunista de Bolivia
El 25 de enero se produjo, de la manera más democrática y límpida una nueva victoria del proceso de cambios progresistas encabezado por Evo Morales. El 61,45% de la población votante se pronunció por el SÍ a la nueva Constitución Política del Estado (NCPE). Empero tan importante triunfo fue de inmediato empañado y desvirtuado; casi llevado a cero como hecho político a pesar de la significación histórica que tiene.
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Un importantísimo hombre del Movimiento Al Socialismo (MAS) fue involucrado en un escándalo mayúsculo. Santos Ramírez, presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) caía envuelto sin remedio en el escándalo que implicó, además, el asesinato de Jorge O’Connor D’Arlach, gerente de la empresa Cutler Uniservice (CU) de servicios en materia petrolera. YPFB es la empresa más importante del país, es la verdadera locomotora del desarrollo económico nacional y la empresa insignia de la negación del neoliberalismo. En cambio, la empresa CU, según se estableció después, ni siquiera tenía existencia física. Su gerente - con el que Ramírez cerró un contrato por 86 millones de dólares - portaba, al momento de ser victimado, 450.000 $US, que se supone formaban parte de un soborno destinado a Ramírez.
El estallido de este escándalo puede ser calificado, simple y llanamente, de demoledor. El prestigio del gobierno y del MAS, fue seriamente dañado. Desde el 27 de enero, día del atraco y asesinato, la batería de medios dominada por la derecha casi ningún día, y ya van más de treinta, ha dejado de referirse a este hecho. Incluso ha sido utilizado por la derecha y sus propagandistas, para desempolvar consignas neoliberales que en Bolivia habían sido enterradas, con la Insurrección Popular de Octubre de 2003. Se atrevieron a decir que affaire de YPFB demostraba que las empresas del Estado eran, como siempre, pasto para la corrupción y la ineficiencia.
Por desgracia, Santos Ramírez figuraba entre los hombres de mayor confianza del Presidente. No era un masista reciente ni un invitado más de los muchos que pululan en los ministerios, en el parlamento y en otras dependencias estatales. Era, en la práctica, el segundo hombre del MAS; ocupó la presidencia de la cámara de senadores y hasta fungió de presidente interino de la República. Desde distintos ángulos y sobre todo con la ola de especulaciones y rumores se hace esfuerzos por salpicar al Presidente Morales con este hecho. La palabra de orden de la campaña de la derecha es corrupción.
El día de los hechos, un hermano y otro primo de la esposa de Ramírez, estaban en la escena del sangriento atraco. Es de lamentar que también figuraran en las plantillas de YPFB. La mayoría de los posibles implicados están sometidos a juicio y encarcelados, incluido Santos Ramírez y los parientes de su mujer. Evo, al principio incrédulo, perplejo, por semejante fechoría de Ramírez, hizo lo correcto: lo destituyó y ahora es procesado por varios cargos como asociación delictiva, contratos irregulares, daño económico al Estado ( tal vez mayor a los 100 millones de dólares); uso indebido de fondos fiscales y ejercicio de funciones incompatibles con su cargo.
Obviamente, en distintos niveles de la opinión pública, de partidarios de Evo, de gente progresista y de la izquierda, hay estupor e incluso indignación. Esto ha oscurecido la perspectiva, el horizonte optimista del proceso. Pero no hay que dejarse vencer por el desánimo y la pérdida de confianza en el futuro. Hay que estudiar las causas que pudieron haber conducido a que un hecho de esta naturaleza estallara de la manera escandalosa como se ha dado.
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Hace un año atrás, en este mismo salón, en el XII Seminario - que tan acertadamente propicia el Partido del Trabajo mexicano - dediqué mi ponencia al tema de la contrarrevolución y particularmente a la acción de los organismos de inteligencia del imperialismo en mi país. Entonces hablé de la variedad de organismos de supuesta inteligencia que la embajada estadounidense había creado en Bolivia, desde la década de 1980, hasta donde se sabe. Decimos supuesta inteligencia porque, ya lo veremos, su práctica real estriba en organizar a la contrarrevolución, para lo que utiliza toda su batería de procedimientos y expertos. Sus actividades van desde la invención de operaciones dolosas que practicaría el oficialismo; del descubrimiento de supuestas o reales corruptelas; la desorganización de la economía y el abastecimiento; la infiltración de agentes provocadores en las organizaciones populares y de trabajadores; pasando por la preparación de escuadras paramilitares; el fomento de acciones de violencia; el sabotaje dinamitero contra objetivos económicos (oleoductos, etc.) y el uso de agentes químicos y biológicos hasta el asesinato y las masacres. De cada uno de estos rubros, si así se los puede llamar, tenemos ejemplos en Bolivia. Ejemplos del pasado y ejemplos actuales.
Entre los arriba aludidos organismos de “inteligencia estaba el llamado Comando de Operaciones Especiales (COPES) creado en 1987, como dependencia de la Policía Nacional. Era sostenido por la Embajada americana de la que recibía 350.000 $US anuales y asignaba un bono de unos 300 $US a sus miembros. En enero del año pasado armó un escándalo mediático distribuyendo a los medios fotos y videos que supuestamente tomó “el oficialismo”, haciendo seguimiento a personeros de la oposición, en todos sus movimientos, contactos políticos y hasta íntimos. Parlamentarios, dirigentes, “analistas” y toda la gama de los medias se dieron a la tarea de estigmatizar al gobierno como una suerte de hermano mayor orweliano. Al fin, el gobierno detectó el origen de la provocación y disolvió al COPES. A este organismo respondía un tal Rodrigo Carrasco, capitán de policía dado de baja y con un extenso currículo al servicio de la CIA, tanto en el país como en el extranjero. Sin que se sepa hasta ahora, con total certidumbre cómo, se infiltró y se sostuvo en la reconstituida empresa YPFB después de la recuperación de la propiedad estatal de los hidrocarburos. Ocupaba, hasta su destitución, nada menos que la Gerencia nacional de Comercialización.
Desde esa posición, es fácil deducir, tenía un privilegiado puesto de observación que le permitía conocer todo el movimiento de la empresa y también las preocupaciones y actividades de los más altos ejecutivos. Es completamente probable que hubiera detectado las andanzas de Santos Ramírez y otros altos funcionarios. Sobre los datos conocidos era posible organizar la trampa mortal en la que cayó O’Connor. Obviamente es difícil ocultar un cadáver y hacer desaparecer medio millón de dólares y con varios testigos de por medio. Rápidamente cayeron los probables autores materiales e intelectuales y el escándalo estalló a pedir de boca de la derecha, de los conspiradores y sus inspiradores exteriores. Tampoco resulta imposible desentrañar una conspiración armada como un mecanismo de relojería. La CIA pudo hacerlo y acaso lo ha hecho. No se tardará mucho en saber toda la verdad sobre este affaire que más que “error” o una trampa en la que hubiera caído el ex presidente de YPFB, este cometió una criminal traición al proceso de cambios en Bolivia.
La primera enseñanza que nos deja este lamentable incidente es que no puede haber contemplación alguna con la gente que cometió delitos y está en las filas de las organizaciones que impulsan el cambio. Cuanta mayor sea la responsabilidad de un miembro de una organización de izquierda, mayor debe ser la exigencia de un comportamiento altamente ético y más contundente el castigo si delinque.
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La aprobación rotunda de la nueva Constitución, es el cuarto éxito consecutivo en las urnas, sin contar momentos complicados que se han superado con dificultad y no detuvieron la marcha ascendente del proceso. El año pasado fracasó un golpe orquestado en el ámbito de las organizaciones cívicas y las prefecturas a pesar de toda la violencia que exhibieron tomando y cometiendo fechorías en más de 70 instalaciones y edificios oficiales. Se produjeron típicas acciones de desborde y matonaje, sobre todo en contra de personas de aspecto o atuendos indígenas. Se agredió y persiguió a asambleístas y parlamentarios hasta provocar su destierro. No faltaron las agresiones y la hostilidad a los periodistas de los medios oficiales. Se produjo grandes daños a instalaciones de transporte de hidrocarburos y se provocó desabastecimiento de aceite comestible, carne vacuna, arroz y otros.
No se puede dejar de mencionar la permanente presión e incluso la digitación de organizaciones populares y sindicales; la instigación a bloqueos de caminos, ocupaciones, huelgas, etc. con el trasfondo de un lenguaje inflamado, tanto de izquierdismo como indigenismo radical. Nos referimos a la consabida utilización, funcional a los intereses de la derecha y el imperialismo, de agentes incrustados en las organizaciones populares o de caudillejos ambiciosos.
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La situación actual puede resumirse en lo siguiente: El gobierno de Evo Morales busca la aplicación plena de la nueva Constitución y se prepara para enfrentar el reto electoral de elecciones generales anticipadas en diciembre próximo. Por su parte la derecha persigue obstaculizar aquella aplicación y desconoce la validez del referendo, aunque alcanzó apenas una votación de 38,57%. Pone el énfasis en que cuatro departamentos se han pronunciado en contra de su aprobación y allí donde se ha dado ese resultado no hay posibilidad de vigencia, en particular, del capítulo de autonomías de la NCPE. Ya veremos que éste es ante todo un pretexto.
El nuevo impulso de la oposición reaccionaria se basa en que el NO ha triunfado en 6 de las 9 capitales de departamento. Esto señala una pérdida de preferencia o simpatía por el proceso, a no dudar, sobre todo en las capas medias. Es sin duda una advertencia.
Se mantiene, sin embargo, firme apoyo en las provincias. El SI ha ganado en la gran mayoría de ellas (86 SI contra 26 NO). En los departamentos de La Paz, Potosí y Oruro el SI ganó en todas. En dos departamentos (Cochabamba y Chuquisaca) donde triunfó la oposición en las capitales, no ganaron en ninguna provincia más. En cambio, en la llamada “media luna” (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) hubo provincias y secciones municipales en las que ganó el SI.
El plebiscito tuvo doble carácter: aprobatorio de la Constitución y dirimitorio, consultando al electorado el límite máximo admisible de la propiedad rural: 5.000 o 10.000 hectáreas. El resultado es simplemente espectacular: por 5.000 hh ganó en todas las provincias y todos los departamentos por no menos de 66%. Eso significa 80,65% de votos por 5.000 hh y 19,35% por 10.000 hh. Aquí afloran inocultables orientaciones de clase. En Bolivia pocos defienden al latifundio y hay fuerza social para liquidarlo. Las clases poseedoras están aisladas y son una insignificante minoría. Empero tienen una gran fuerza política, derivada de su poder económico y del apoyo externo; esto es lo que deberá ser derrotado a pesar de la feroz resistencia que con seguridad presentarán.
También sirve para despejar la confusión que existe acerca del carácter del enfrentamiento. Quienes postulan que se trata de una confrontación étnica, cultural o regional se dan de bruces con que se trata, en esencia, de la lucha de clases. Los procesos políticos de la actualidad, en todos los confines del planeta, por muchos colores, matices y tonos que adquieran, responden a la contradicción fundamental de la época: desposeídos contra poseedores, explotados contra explotadores. Marx sigue vigente cuando dice que la locomotora de la historia es la lucha de clases.
Es obvio que los revolucionarios no pueden ignorar los tonos y los matices que, en determinados momentos, adquieren fuerza superlativa. Es que, la identificación personal con el grupo humano (raza, etnia), con la región o con la cultura toca, antes que la esfera de la razón, la esfera de la afectividad. Y en la actividad humana, individual o grupal, lo afectivo es lo efectivo.
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Mientras sectores de la oposición moderada se preparan para las elecciones, el núcleo duro de la resistencia al cambio, emprende nuevas acciones de desgaste y de desestabilización del gobierno. Aunque no prospere ya han intentado un juicio de responsabilidades a Evo y nuevamente están agitando el ambiente con diverso motivo. Tratan de no llegar a las elecciones porque saben que serán derrotados. Hace tiempo que la confrontación democrática ha dejado de ser su terreno e impertérritos continúan preparando el golpe final. Parece que quieren confirman el aserto de que la violencia (en este caso cruenta) es la partera de la historia.
Fracasados en las urnas, en la provocación de convulsión social; en golpear las puertas de los cuarteles; divididos en numerosas fracciones, sin líderes y víctimas del aislamiento internacional, recurren a su carta más fuerte: la secesión del país. El viejo discurso federalista ha sido remozado por el antiguo presidente del Comité Cívico de Santa Cruz al plantear el establecimiento de “un solo país confederal con dos sistemas”. El nuevo presidente, en su discurso de posesión, no lo ocultó y con otras palabras afirmó que: “Santa Cruz es una nación” y estaban “cansados de ser locomotora del desarrollo para ser ya centro”. Es obvio que hay una radicalización del discurso anunciador de días de conmoción.
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Entonces surge la histórica pregunta: ¿Qué hacer? ¿Cómo defender el proceso y cómo profundizarlo? Para responder a estas preguntas hay que situarse en el momento histórico. Desde la instalación del gobierno popular en enero de 2006 se ha ingresado a un período de transición signado por cambios tanto en la estructura, como en la superestructura. En la estructura se apunta esencialmente a recuperar el sector estatal o llamado estratégico de la economia: energía (hidrocarburos, energía eléctrica) trasportes (ferrocarriles y transporte urbano estatal); telecomunicaciones; minería y metalurgia con supremacía estatal. Fomento a la producción de alimentos y vestido nacionales. En materia social redistribución justiciera de la riqueza social y mayor atención a los sectores más vulnerables: niñez y ancianidad.
Todo lo anterior no configura aun un proceso revolucionario. Aun nos movemos en el terreno de la vieja formación social. No toca la esencia de la antigua estructura que aún funciona bajo características típicamente capitalistas. Aunque es evidente que se ha abandonado el neoliberalismo no se lo ha erradicado y aún tiene fortines tanto en la economía real, en todo el andamiaje jurídico acumulado en 25 años, así como en la conducta y hasta en la psicología de los agentes económicos. En realidad se busca un capitalismo de Estado, pero bajo un poder popular.
A nuestro juicio la tarea central es poner en vigencia la NCPE a la que definiremos brevemente como una Constitución democrática, para un país por primera vez reconocido como plurinacional, que busca un desarrollo económico y progreso social en beneficio de todos los bolivianos (sumaj causana, suma camaña, bienestar); que siente realmente la soberanía nacional en el concierto internacional, que practique la solidaridad internacional priorizando la integración latinoamericana y practique una política de paz que excluya la guerra como medio de solución de los problemas y litigios internacionales. En suma un país de iguales, democrático y con justicia social. Esto todavía no es el socialismo, el que se caracteriza por el surgimiento de nuevas relaciones sociales de producción, por la desaparición paulatina de la propiedad privada de los medios de producción; la liquidación progresiva de las desigualdades de clase y las clases mismas, Todo esto significa superar la enajenación del trabajo y es un proceso históricamente largo. Comienza por la conquista de una democracia plena que posibilita el desarrollo integral de la persona humana, definitivamente libre. Cuando el Presidente Morales promulgó la nueva constitución reiteró que estaba en marcha la revolución democrático-cultural, pero añadió que su meta final es el socialismo comunitario. La NCPE no plantea ninguna cortapisa ni traba, sino más desbroza los caminos para esto. No será su camino fácil. Hay problemas complejos como los de la aplicación del régimen autonómico en sus distintos niveles. Habrá que ir pausadamente. A lo mejor el método sea el de la prueba-error-prueba, hasta encontrar lo adecuado. En este sentido rescatamos el concepto de Marx de la revolución permanente, lejos por supuesto de la interpretación trotskista que la entendió como exportación de la revolución. Pero ante todo no enredarse en la aplicación de los elementos secundarios, simbólicos, sino en los que hacen a la estructura, como la liquidación del latifundio por ejemplo.
Para concluir está el tema de la conducción del proceso y de su transformación en revolución social. Hay que basarse en estructuras sólidas, con objetivos y concepción elaborada y probada por la práctica revolucionaria universal, ajena a la improvisación y la espontaneidad.
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LA CONCIENCIA DESGRACIADA
Marcos Domich
“¡Ah!, pero el poder es el poder. Quizá la lucha más importante que tiene que librar alguien que tenga poder, es la lucha contra sí mismo, la lucha por controlarse (…) contra la corrupción, e incluso contra el abuso de sus prerrogativas. Hace falta una conciencia muy bien formada y muy fuerte”.Fidel Castro Ruz
Se necesita una gran dosis de serenidad para juzgar los últimos acontecimientos. Muchos detalles de lo sucedido parecen extraños, raros, artificiales, provocados con una suerte de alquimia maligna en manos de un hechicero perverso. La primera incógnita a despejar es preguntándose: ¿A quién beneficia todo esto? Es obvio que no beneficia en nada al proceso de cambios. Es más, lo daña de manera directa, aunque no irreparable. La reparación vendrá del análisis frío de los hechos y de su conocimiento total. No pueden quedar zonas oscuras. No puede haber conclusiones a priori que salven a nadie ni lo condenen anteladamente.
Pero hay cosas que se saben por la práctica, por la experiencia política y que sabemos a dónde conducen a la gente, a los procesos políticos, a las revoluciones. Ergo, la reparación dependerá de la prontitud y de la justeza de las medidas que se tomen.
El primer incidente a analizar es el de agresión sufrida por la familia de Víctor Hugo Cárdenas. Algo condenable desde todo punto de vista. Los autores e instigadores deben ser castigados y se les debe dar, ante todo, una lección de conducta revolucionaria. Estos señores deben saber que al no respetar la propiedad personal o familiar (no se trataba en Sank’ajahuira de medios de producción), están haciendo lo que la derecha quiere para “denunciar” todos los días: “el asalto a la propiedad privada”. Deberían saber que el castigo físico, por tradicional y leve que sea, no rectifica nada, es anacrónico. El Viceministro de Justicia Comunitaria lo ha condenado. No se castiga a los tránsfugas y a los servidores de los poderosos; a los figurones que por un puesto renuncian a sus pasadas convicciones, con quimsacharaña, con el chicote aymara. Con eso se revive a muertos políticos y se los hace candidatos. Con eso se deteriora, se desgasta a Evo.
El otro problema es la investigación de la corruptela interna, de la que está corroyendo las entrañas propias, de la que enturbia la visión, que embriaga y hace perder la conciencia de las cosas, de la situación. Por supuesto se debe examinar primero a aquellos que “siempre fueron” del instrumento. Luego, ojo avizor con los recién llegados, con los que se auparon al carro de la victoria, con los que ahora te aplauden con frenesí. Además del cuero curtido traen el contagio, la conciencia desgraciada de la que habló Hegel y que induce al goce inmediato del placer que ofrece el poder, que siempre, recuérdalo, es fugaz.
Hay una razón más por la que todo esto se convierte en una avalancha. No hay una instancia de control y dirección colectiva. Han hecho mucho daño las ideas antipartido de la forma multitud, del instrumento multitud, de la conversión de las organizaciones sociales en multitudes rectoras cuando, en verdad, ellas son inorgánicas, no siempre democráticas y no ayudan a eso que reclama Fidel como el antídoto real: conciencia bien formada y fuerte.
La conciencia política, que es de la que habla Fidel, no se forja en la nada, no se aprende en las arrugas de los viejos. Se la desarrolla a partir del estudio, del conocimiento de la realidad. No es de la nada de las palabras vacías cómo, se determina la conciencia. Marx ya formuló el aserto tal vez más importante de la dialéctica materialista: El ser determina la conciencia y no a la inversa.
Alguien llamó a Fidel “el abuelo sabio”, pues hay que aprender de él, hay que leerlo.