sexta-feira, 6 de fevereiro de 2009

voces de Colombia




NUEVA GENERACIÓN PARAMILITAR




Revista Insurrección 149

Lunes, 26 de Enero de 2009

No era necesaria tanta imaginación para prever, que con la desmovilización de varios grupos de paramilitares, surgiría una nueva generación de ellos.

Uribe necesitaba lavar su imagen y produjo el golpe publicitario de haber desmovilizado 30 mil paramilitares y detener luego a sus principales cabecillas.

Los actos de desmovilización, fueron un espectáculo, a los que se sumaron los medios de información con todo el desparpajo.

Es bien conocido que para abultar los grupos que se desmovilizaron, unos meses o semanas antes, estos crecieron con reclutamientos de jóvenes que servirían para la foto, así como para encubrir a quienes seguirían en la clandestinidad.

Graves denuncias realizadas demuestran, que los planes de atención a los desmovilizados no han cubierto ni al 20 por ciento de ellos. Los que han funcionado adolecen de tantos problemas, que varios desmovilizados han hecho huelgas para que el gobierno cumpla las promesas que les hizo.

Es de preguntarse entonces, ¿dónde están los más de 20 mil paramilitares que quedaron sueltos de dicho proceso sin control alguno y bajo el manto de la total impunidad?

Es verdad que dentro de los 13 cabecillas paramilitares capturados y enviados a EE.UU. están varios de sus principales cerebros, así como en los parapolíticos enjuiciados y por enjuiciar, enquistados en la burocracia institucional, igual que en empresas y organizaciones nacionales y extranjeras, pero queda una gran pregunta, ¿cuántos cerebros quedaron sueltos dentro de los 20 mil paramilitares que gozan de total impunidad y que andan haciendo?

Sin duda, muchos de ellos engrosan hoy las estructuras paramilitares, robustecidas con los nuevos alientos de legalidad y espacios, otorgados al calor de la desmovilización.

Es comprensible que el gobierno se niegue a reconocer este nuevo fenómeno porque ello equivale a reconocer que el pomposo proceso de desmovilización fue un fracaso, pero las evidencias brotan cada vez con más fuerza.

Las masacres disminuyeron porque ese giro lo introdujeron sus ideólogos incluso antes de la desmovilización. Fue tanta la sangre que corrió, que mantenerlo en ese grado de intensidad no era rentable. Ya el impacto del terror había llegado a los niveles deseados y ahora era necesario, mostrar la “buena voluntad” de los criminales, esa era parte de la pantomima publicitaria que preparó el gobierno, luego de considerar que las organizaciones populares en resistencia habían sido asesinadas, desaparecidas o desterradas.

Si las bandas paramilitares se sostuvieron económicamente de las contribuciones de las empresas, los terratenientes y del narcotráfico, ahora se sostienen y con más intensidad del ilícito negocio, porque las otras fuentes están tomando medidas debido a la coyuntura política, y sus contribuciones deben haber bajado notablemente.

El paramilitarismo no desaparece en Colombia por dos razones, la más importante, porque surgió fruto de una política institucional que se mantiene y lo considera necesario para quitarle a las instituciones, parte de la mano sucia conque se ejecuta la represión y segundo, porque el narcotráfico lo sigue alimentando económicamente, proporcionándole los recursos para su actividad criminal y terrorista.

El paramilitarismo sufriría un vertiginoso descenso si desapareciera la estrategia contrainsurgente de "Seguridad Democrática", que tiene su esencia en el terrorismo de Estado y como en Palestina, desde que sea para “combatir el terrorismo” todo vale.

Solo un Nuevo gobierno, surgido de las luchas y la voluntad del pueblo y la nación, cambiara la noche oscura que impone el uribismo.

Es en esa dirección que debemos actuar todos los luchadores sin distingo ni diferencias particulares y estar dispuestos a cualquier sacrificio para lograrlo, esas son las urgencias y para ello debemos convocarnos, en esta particular coyuntura que vive Colombia.



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