Reflexiones del compañero Fidel
SALVADOR ALLENDE, UN EJEMPLO QUE PERDURA
Nació hace cien años en Valparaíso, al sur de Chile, el 26 de junio de 1908.
Su padre, de clase media, abogado y notario, militaba en el Partido Radical
chileno. Cuando yo nací, Allende tenía 18 años. Realiza sus estudios
medios en un liceo de la ciudad natal.
En sus años de estudiante preuniversitario, un viejo anarquista italiano,
Juan Demarchi, lo pone en contacto con los libros de Marx.
Se gradúa como alumno excelente. Le gusta el deporte y lo practica.
Ingresa voluntario al servicio militar en el Regimiento Coraceros de Viña
del Mar. Solicita traslado al Regimiento Lanceros de Tacna, un enclave
chileno en el norte seco y semidesértico posteriormente devuelto a Perú.
Egresa como oficial de reserva del Ejército. Lo hace ya como hombre de ideas
socialistas y marxistas. No se trataba de un joven blando y sin carácter.
Era como si adivinara que un día combatiría hasta la muerte defendiendo las
convicciones que ya comenzaban a gestarse en su mente.
Decide estudiar la noble carrera de Medicina en la Universidad de Chile.
Organiza un grupo de compañeros
que se reúnen periódicamente para leer y discutir sobre el marxismo. Funda
el Grupo Avance en 1929. Es elegido vicepresidente de la Federación de
Estudiantes de Chile en 1930 y participa activamente en la lucha contra la
dictadura de Carlos Ibáñez.
Se había desatado ya la gran depresión económica en Estados Unidos con la
crisis de la Bolsa de Valores que estalló en 1929. Cuba se adentraba en la
lucha contra la tiranía machadista. Mella había sido asesinado. Los obreros
y los estudiantes cubanos se enfrentaban a la represión. Los comunistas,
con Martínez Villena al frente, desataban la huelga general. "Hace falta una
carga para
matar bribones, para acabar la obra de las revoluciones..." ―había
proclamado en vibrante poema. Guiteras, de profunda raíz antiimperialista,
intenta derrocar la tiranía con las armas. Cae Machado, que no puede
resistir el empuje de la nación, y surge una revolución que Estados Unidos
en pocos meses, con guantes de seda y mano de hierro, aplasta, y su dominio
absoluto perdura hasta 1959.
Durante ese período Salvador Allende, en un país donde la dominación
imperialista se ejercía brutalmente sobre sus trabajadores, su cultura y sus
riquezas naturales, lleva a cabo una lucha consecuente que nunca lo apartó
de su intachable conducta revolucionaria.
En 1933 se gradúa de médico. Participa en la fundación del Partido
Socialista de Chile. Es ya dirigente en 1935 de la Asociación Médica
Chilena. Sufre prisión durante casi medio año. Impulsa el esfuerzo para
crear el Frente Popular, y lo eligen subsecretario general del Partido
Socialista en 1936.
En septiembre de 1939 asume la Cartera de Salubridad en el gobierno del
Frente Popular. Publica un libro suyo sobre medicina social. Organiza la
primera Exposición de la Vivienda. Participa en el año 1941 en la
reunión anual de la Asociación Médica Americana en Estados Unidos. Asciende
en 1942 a Secretario General del Partido Socialista de Chile. Vota en el
Senado, en el año 1947, contra la Ley de Defensa Permanente de la
Democracia, conocida como "Ley Maldita" por su carácter represivo. Asciende
en 1949 a Presidente del Colegio Médico.
En 1952 el Frente del Pueblo lo postula para Presidente. Tenía entonces 44
años. Pierde. Presenta en el Senado un proyecto de ley para la
nacionalización del cobre. Viaja a Francia, Italia, Unión Soviética y la
República Popular China en 1954.
Cuatro años después, en 1958, es proclamado candidato a la Presidencia de la
República por el Frente de Acción Popular, constituido por la Unión
Socialista Popular, el Partido Socialista de Chile y el Partido Comunista.
Pierde la elección frente al conservador Jorge Alessandri.
Asiste en 1959 a la toma de posesión como Presidente de Venezuela de Rómulo
Betancourt, considerado hasta entonces una figura revolucionaria de
izquierda.
Viaja ese mismo año a La Habana y se entrevista con el Che y conmigo.
Respalda en 1960 a los mineros del carbón, que paralizan su trabajo durante
más de tres meses.
Denuncia junto al Che en 1961 el carácter demagógico de la Alianza para el
Progreso en la reunión de la OEA que tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay.
Designado de nuevo candidato a la Presidencia, es derrotado en 1964 por
Eduardo Frei Montalva, demócratacristiano que contó con todos los recursos
de las clases dominantes y que, según datos revelados en documentos
desclasificados del Senado de Estados Unidos, recibió dinero de la CIA para
apoyar su campaña. En su gobierno, el imperialismo trató de diseñar lo que
se dio en llamar la "Revolución en Libertad", como respuesta ideológica a la
Revolución Cubana. Lo que engendró fueron los fundamentos de la tiranía
fascista. En esa elección, Allende obtiene, sin embargo, más de un millón de
votos.
Encabeza en 1966 la delegación que asiste a la Conferencia Tricontinental de
La Habana. Visita la Unión Soviética en el 50 Aniversario de la Revolución
de Octubre. El año siguiente, 1968, visita la República Democrática de
Corea, la República Democrática de Viet Nam, donde tiene la satisfacción de
conocer y conversar con el extraordinario dirigente de ese país, Ho Chi
Minh. Incluye en ese mismo recorrido a Camboya y Laos, en plena
efervescencia revolucionaria.
Tras la muerte del Che, acompaña personalmente hasta Tahití a tres cubanos
de la guerrilla en Bolivia, que sobrevivieron a la caída del Guerrillero
Heroico y se encontraban ya en territorio chileno.
La Unidad Popular, coalición política integrada por comunistas, socialistas,
radicales, MAPU, PADENA y Acción Popular Independiente, lo proclama su
candidato el 22 de enero de 1970, y triunfa el 4 de septiembre en los
comicios de ese año.
Es un ejemplo verdaderamente clásico de la lucha por vías pacíficas para
establecer el socialismo.
El gobierno de Estados Unidos, presidido por Richard Nixon, después del
triunfo electoral entra de inmediato en acción. El Comandante en Jefe del
Ejército chileno, general René Schneider, es víctima de un atentado el 22 de
octubre y fallece tres días después porque no se plegaba a la demanda
imperialista de un golpe de Estado. Fracasa el intento de impedir la
llegada de la Unidad Popular al gobierno.
Allende asume legalmente con toda dignidad el cargo de Presidente de Chile
el 3 de noviembre de 1970. Comienza desde el gobierno su heroica batalla
por los cambios, enfrentando al fascismo. Tenía ya 62 años de
edad. Me cupo el honor de haber compartido con él 14 años de lucha
antiimperialista desde el triunfo de la Revolución Cubana.
En las elecciones municipales de marzo del año 1971, la Unidad Popular
obtiene mayoría absoluta de los votos con 50,86 por ciento. El 11 de julio
el presidente Allende promulga la Ley de Nacionalización del Cobre, una idea
que había propuesto al Senado 19 años antes. Fue aprobada en el Congreso
por unanimidad. Nadie se atrevía a objetarla.
En 1972 denuncia en la Asamblea General de las Naciones Unidas la agresión
internacional de que es víctima su país. Es ovacionado de pie durante
largos minutos. Visita ese mismo año la Unión Soviética, México, Colombia y
Cuba.
En 1973, al realizarse las elecciones parlamentarias de marzo, la Unidad
Popular obtiene un 45 por ciento de los votos y aumenta su representación
parlamentaria.
No pueden prosperar las medidas promovidas por los yanquis en las dos
Cámaras para destituir al Presidente.
El imperialismo y la derecha agudizan una lucha sin cuartel contra el
gobierno de la Unidad Popular y desatan el terrorismo en el país.
Le escribí seis cartas confidenciales a mano, con letra pequeñita y una
pluma de punta fina entre los años 1971 y 1973, en las que le abordaba temas
de interés con la mayor discreción.
El 21 de mayo de 1971 le decía:
"...Estamos maravillados de tu extraordinario esfuerzo y tus energías sin
límites para sostener y consolidar el triunfo.
"Desde aquí se puede apreciar que el poder popular gana terreno a pesar de
su difícil y compleja misión.
"Las elecciones del 4 de Abril constituyeron una espléndida y alentadora
victoria.
"Han sido fundamentales tu valor y decisión, tu energía mental y física para
llevar adelante el proceso revolucionario.
"Seguramente les esperan a ustedes grandes y variadas dificultades a
enfrentar en condiciones que no son precisamente ideales, pero una política
justa, apoyada en las masas y aplicada con decisión no puede ser vencida..."
El 11 de septiembre de 1971, le escribí:
"El portador viaja para tratar contigo los detalles de la visita.
"Inicialmente, considerando un posible vuelo directo en avión de Cubana,
analizamos la conveniencia de aterrizar en Arica e iniciar el recorrido por
el norte. Surgen luego dos cosas nuevas: interés expresado a ti por
Velazco Alvarado de un posible contacto en mi viaje hacia esa; posibilidad
de contar con un avión soviético IL-62 de mayor radio. Esto último
permite, si se quiere, arribar en vuelo directo a Santiago.
"Va un esquema de recorrido y actividades para que tú añadas, suprimas e
introduzcas las modificaciones que estimes pertinente.
"He procurado pensar exclusivamente en lo que pueda ser de interés político
sin preocuparme mucho el ritmo o la intensidad del trabajo, pero todo en
absoluto queda sometido a tus criterios y consideraciones.
"Hemos disfrutado mucho los éxitos extraordinarios de tu viaje a Ecuador,
Colombia y Perú. ¿Cuándo tendremos en Cuba la oportunidad de emular con
ecuatorianos, colombianos y peruanos en el enorme cariño y el calor con que
te recibieron?"
En aquel viaje, cuyo esquema transmití al presidente Allende, salvé
milagrosamente la vida. Recorrí decenas de kilómetros ante una multitud
enorme, situada a lo largo del camino. La Agencia Central de Inteligencia
de Estados Unidos organizó tres acciones para asegurar mi asesinato durante
ese viaje. En una entrevista de prensa anunciada con anterioridad, había
una cámara suministrada por una emisora televisiva de Venezuela equipada con
armas automáticas, manejada por mercenarios cubanos que con documentos de
ese país habían ingresado a Chile. El valor les falló a los que solo tenían
que apretar el gatillo durante el largo tiempo que duró la entrevista y las
cámaras me enfocaron. No querían correr el riesgo de morir. Me habían
perseguido, además, por todo Chile, donde no me volvieron a tener tan cerca
y vulnerable. Sólo pude conocer los detalles de la cobarde acción años más
tarde. Los servicios especiales de Estados Unidos habían llegado más lejos
de lo que podíamos imaginarnos.
El 4 de febrero de 1972 escribí a Salvador:
"La delegación militar fue recibida con el mayor esmero por todos aquí. Las
Fuerzas Armadas Revolucionarias dedicaron prácticamente todo su tiempo
durante esos días a atenderla. Los encuentros fueron amistosos y humanos.
El programa intenso y variado. Mi impresión es que el viaje ha sido
positivo y útil, que existe la posibilidad y es conveniente seguir
desarrollando estos intercambios.
"Con Ariel hablé sobre la idea de tu viaje. Comprendo perfectamente que el
trabajo intenso y el tono de la contienda política las últimas semanas no te
hayan permitido considerarlo para la fecha aproximada que mencionamos en
esa. Es indudable que no habíamos tomado en cuenta estas eventualidades.
Por mi parte, aquel día, vísperas de mi regreso, cuando cenábamos ya de
madrugada en tu casa, ante la falta de tiempo y la premura de las horas, me
tranquilizaba pensar que relativamente pronto nos volveríamos a encontrar en
Cuba donde íbamos a disponer la posibilidad de conversar extensamente.
Tengo, no obstante, la esperanza de que puedas tomar en consideración la
visita antes de mayo. Menciono este mes, porque a más tardar, desde
mediados del mismo, tengo que realizar el viaje, ya impostergable, a
Argelia, Guinea, Bulgaria, otros países y la URSS. Esta amplia visita me
llevará considerable tiempo.
"Te agradezco mucho las impresiones que me comunicas sobre la situación.
Aquí, cada día más familiarizados, interesados y afectados emotivamente
todos con el proceso chileno, seguimos con gran atención las noticias que
llegan de allá. Ahora podemos comprender mejor el calor y la pasión que
debió suscitar la revolución cubana en los primeros tiempos. Podría decirse
que estamos viviendo nuestra propia experiencia a la inversa.
"En tu carta puedo apreciar la magnífica disposición de ánimo, serenidad y
valor con que estás dispuesto a enfrentar las dificultades. Y eso es
fundamental en cualquier proceso revolucionario, especialmente cuando se
desarrolla en las condiciones sumamente complejas y difíciles de Chile. Yo
regresé con una extraordinaria impresión de la calidad moral, cultural y
humana del Pueblo Chileno y de su notable vocación patriótica y
revolucionaria. A ti te ha correspondido el singular privilegio de ser su
conductor en este momento decisivo de la historia de Chile y de América,
como culminación de toda una vida de lucha, como dijiste en el estadio,
consagrada a la causa de la revolución y el socialismo. Ningún obstáculo
puede ser invencible. Alguien dijo que en una revolución se marcha adelante
con 'audacia, audacia y más audacia'. Yo estoy convencido de la profunda
verdad que encierra este axioma."
Le escribí de nuevo al presidente Allende el 6 de septiembre de 1972:
"Con Beatriz te mandé mensaje sobre distintos tópicos. Después que ella
partió y con motivo de las noticias que estuvieron llegando la pasada
semana, decidimos enviar al compañero Osmany para ratificarte nuestra
disposición de colaborar en cualquier sentido, y a la vez tú puedas
comunicarnos a través de él tu apreciación de la situación y tus ideas con
relación al viaje proyectado a esta y otros países. El pretexto del viaje
de Osmany será inspeccionar la Embajada cubana, aunque no se le dará
publicidad alguna. Queremos que su estancia en esa sea muy breve y
discreta.
"Los puntos planteados por ti a través de Beatriz ya se están
cumplimentando...
"Aunque comprendemos las actuales dificultades del proceso chileno, tenemos
la confianza de que ustedes hallarán el modo de vencerlas.
"Puedes contar enteramente con nuestra cooperación. Recibe un saludo
fraternal y revolucionario de todos nosotros."
El 30 de junio de 1973 enviamos una invitación oficial al presidente
Salvador Allende y a los partidos de la Unidad Popular a la conmemoración
del 20 Aniversario del ataque al Cuartel Moncada.
En carta aparte, le digo:
"Salvador:
"Lo anterior es la invitación oficial, formal, para la conmemoración del 20
Aniversario. Lo formidable sería que tú pudieras dar un salto a Cuba para
esa fecha. Puedes imaginarte lo que significaría eso de alegría,
satisfacción y honor para los cubanos. Sé que eso sin embargo depende más
que nada de tus trabajos y de la situación en esa. Lo dejamos por tanto a
tu consideración.
"Todavía estamos bajo el impacto de la gran victoria revolucionaria del día
29 y tu brillante papel personal en los acontecimientos. Es natural que
muchas dificultades y obstáculos subsistirán pero estoy seguro de que esta
primera prueba exitosa les dará gran aliento y consolidará la confianza del
pueblo. Internacionalmente se ha dado gran relieve a los sucesos y se
aprecia como un gran triunfo.
"Actuando como lo hiciste el 29, la revolución chilena saldrá victoriosa de
cualquier prueba por dura que sea.
Te reitero que los cubanos estamos a tu lado y que puedes contar con tus
fieles amigos de siempre."
El 29 de julio de 1973 le envío la última carta:
"Querido Salvador:
"Con el pretexto de discutir contigo cuestiones referentes a la reunión de
países no alineados, Carlos y Piñeiro realizan un viaje a esa. El objetivo
real es informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre
nuestra disposición a cooperar frente a las dificultades y peligros que
obstaculizan y amenazan el proceso. La estancia de ellos será muy breve por
cuanto tienen aquí muchas obligaciones pendientes y, no sin sacrificio de
sus trabajos, decidimos que hicieran el viaje.
"Veo que están ahora en la delicada cuestión del diálogo con la D.C. en
medio de acontecimientos graves como el brutal asesinato de tu edecán naval
y la nueva huelga de los dueños de camiones. Imagino por ello la gran
tensión existente y tus deseos de ganar tiempo, mejorar la correlación de
fuerzas para caso de que estalle la lucha y, de ser posible, hallar un cauce
que permita seguir adelante el proceso revolucionario sin contienda civil, a
la vez que salvar tu responsabilidad histórica por lo que pueda ocurrir.
Estos son propósitos loables. Pero en caso de que la otra parte, cuyas
intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se
empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio
imposible de pagar por la Unidad Popular y la Revolución, lo cual es,
incluso, bastante probable, no olvides por un segundo la formidable fuerza
de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en
todos los momentos difíciles; ella puede, a tu llamado ante la Revolución
en peligro, paralizar a los golpistas, mantener la adhesión de los
vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el
destino de Chile. El enemigo debe saber que está apercibida y lista para
entrar en acción. Su fuerza y su combatividad pueden inclinar la balanza en
la capital a tu favor aun cuando otras circunstancias sean desfavorables.
"Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta el precio
de tu propia vida, que todos te saben capaz de cumplir, arrastrarán a tu
lado a todas las fuerzas capaces de combatir y a todos los hombres y mujeres
dignos de Chile. Tu valor, tu serenidad y tu audacia en esta hora histórica
de tu patria y, sobre todo, tu jefatura firme, resuelta y heroicamente
ejercida, constituyen la clave de la situación.
"Hazles saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos
cubanos.
"Te reitero el cariño y la ilimitada confianza de nuestro pueblo."
Esto lo escribí mes y medio antes del golpe. Los emisarios eran Carlos
Rafael Rodríguez y Manuel Piñeiro.
Pinochet había conversado con Carlos Rafael. Le había simulado una lealtad
y firmeza similares a las del general Carlos Prats, Comandante en Jefe del
Ejército durante parte del gobierno de la Unidad Popular, un militar digno
al que la oligarquía y el imperialismo pusieron en total crisis, que lo
obligó a renunciar al mando , y fue más tarde asesinado en Argentina por
los esbirros de la DINA, después del golpe fascista de 1973.
Yo desconfiaba de Pinochet desde que leí los libros de geopolítica que me
obsequió durante mi visita a Chile y observé su estilo, sus declaraciones y
los métodos que como Jefe del Ejército aplicaba cuando las provocaciones de
la derecha obligaban al presidente Allende a decretar el estado de sitio en
Santiago de Chile. Recordaba lo que advirtió Marx en el 18 Brumario.
Muchos jefes militares del ejército en las regiones y sus estados mayores
querían conversar conmigo dondequiera que llegaba, y mostraron notable
interés por los temas de nuestra guerra de liberación y las experiencias de
la Crisis de Octubre de 1962. Las reuniones duraban horas en las
madrugadas, que era el único tiempo libre para mí. Yo accedía por ayudar a
Allende, inculcándoles la idea de que el socialismo no era enemigo de los
institutos armados. Pinochet, como jefe militar, no fue una excepción.
Allende consideraba útiles estos encuentros.
El 11 de septiembre de 1973 muere heroicamente defendiendo el Palacio de La
Moneda. Combatió como un león hasta el último aliento.
Los revolucionarios que resistieron allí la embestida fascista contaron
cosas fabulosas sobre los momentos finales. Las versiones no siempre
coincidían, porque luchaban desde diferentes puntos de Palacio. Además,
algunos de sus más cercanos colaboradores murieron, o fueron asesinados
después del duro y desigual combate.
La diferencia de los testimonios consistía en que unos afirmaban que los
últimos disparos los hizo contra sí mismo para no caer prisionero, y otros
que su muerte sobrevino por fuego enemigo. El Palacio ardía atacado por
tanques y aviones para consumar un golpe que consideraban trámite fácil y
sin resistencia. No hay contradicción alguna entre ambas formas de cumplir
el deber. En nuestras guerras de independencia hubo más de un ejemplo de
combatientes ilustres que, cuando ya no había defensa posible, se privaron
de la vida antes de caer prisioneros.
Hay mucho que decir todavía sobre lo que estuvimos dispuestos a hacer por
Allende, algunos lo han escrito. No es el objetivo de estas líneas.
Hoy se cumple un siglo de su nacimiento. Su ejemplo perdurará.
Fidel Castro Ruz
Junio 26 de 2008
6 y 34 p.m.
SALVADOR ALLENDE, UN EJEMPLO QUE PERDURA
Nació hace cien años en Valparaíso, al sur de Chile, el 26 de junio de 1908.
Su padre, de clase media, abogado y notario, militaba en el Partido Radical
chileno. Cuando yo nací, Allende tenía 18 años. Realiza sus estudios
medios en un liceo de la ciudad natal.
En sus años de estudiante preuniversitario, un viejo anarquista italiano,
Juan Demarchi, lo pone en contacto con los libros de Marx.
Se gradúa como alumno excelente. Le gusta el deporte y lo practica.
Ingresa voluntario al servicio militar en el Regimiento Coraceros de Viña
del Mar. Solicita traslado al Regimiento Lanceros de Tacna, un enclave
chileno en el norte seco y semidesértico posteriormente devuelto a Perú.
Egresa como oficial de reserva del Ejército. Lo hace ya como hombre de ideas
socialistas y marxistas. No se trataba de un joven blando y sin carácter.
Era como si adivinara que un día combatiría hasta la muerte defendiendo las
convicciones que ya comenzaban a gestarse en su mente.
Decide estudiar la noble carrera de Medicina en la Universidad de Chile.
Organiza un grupo de compañeros
que se reúnen periódicamente para leer y discutir sobre el marxismo. Funda
el Grupo Avance en 1929. Es elegido vicepresidente de la Federación de
Estudiantes de Chile en 1930 y participa activamente en la lucha contra la
dictadura de Carlos Ibáñez.
Se había desatado ya la gran depresión económica en Estados Unidos con la
crisis de la Bolsa de Valores que estalló en 1929. Cuba se adentraba en la
lucha contra la tiranía machadista. Mella había sido asesinado. Los obreros
y los estudiantes cubanos se enfrentaban a la represión. Los comunistas,
con Martínez Villena al frente, desataban la huelga general. "Hace falta una
carga para
matar bribones, para acabar la obra de las revoluciones..." ―había
proclamado en vibrante poema. Guiteras, de profunda raíz antiimperialista,
intenta derrocar la tiranía con las armas. Cae Machado, que no puede
resistir el empuje de la nación, y surge una revolución que Estados Unidos
en pocos meses, con guantes de seda y mano de hierro, aplasta, y su dominio
absoluto perdura hasta 1959.
Durante ese período Salvador Allende, en un país donde la dominación
imperialista se ejercía brutalmente sobre sus trabajadores, su cultura y sus
riquezas naturales, lleva a cabo una lucha consecuente que nunca lo apartó
de su intachable conducta revolucionaria.
En 1933 se gradúa de médico. Participa en la fundación del Partido
Socialista de Chile. Es ya dirigente en 1935 de la Asociación Médica
Chilena. Sufre prisión durante casi medio año. Impulsa el esfuerzo para
crear el Frente Popular, y lo eligen subsecretario general del Partido
Socialista en 1936.
En septiembre de 1939 asume la Cartera de Salubridad en el gobierno del
Frente Popular. Publica un libro suyo sobre medicina social. Organiza la
primera Exposición de la Vivienda. Participa en el año 1941 en la
reunión anual de la Asociación Médica Americana en Estados Unidos. Asciende
en 1942 a Secretario General del Partido Socialista de Chile. Vota en el
Senado, en el año 1947, contra la Ley de Defensa Permanente de la
Democracia, conocida como "Ley Maldita" por su carácter represivo. Asciende
en 1949 a Presidente del Colegio Médico.
En 1952 el Frente del Pueblo lo postula para Presidente. Tenía entonces 44
años. Pierde. Presenta en el Senado un proyecto de ley para la
nacionalización del cobre. Viaja a Francia, Italia, Unión Soviética y la
República Popular China en 1954.
Cuatro años después, en 1958, es proclamado candidato a la Presidencia de la
República por el Frente de Acción Popular, constituido por la Unión
Socialista Popular, el Partido Socialista de Chile y el Partido Comunista.
Pierde la elección frente al conservador Jorge Alessandri.
Asiste en 1959 a la toma de posesión como Presidente de Venezuela de Rómulo
Betancourt, considerado hasta entonces una figura revolucionaria de
izquierda.
Viaja ese mismo año a La Habana y se entrevista con el Che y conmigo.
Respalda en 1960 a los mineros del carbón, que paralizan su trabajo durante
más de tres meses.
Denuncia junto al Che en 1961 el carácter demagógico de la Alianza para el
Progreso en la reunión de la OEA que tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay.
Designado de nuevo candidato a la Presidencia, es derrotado en 1964 por
Eduardo Frei Montalva, demócratacristiano que contó con todos los recursos
de las clases dominantes y que, según datos revelados en documentos
desclasificados del Senado de Estados Unidos, recibió dinero de la CIA para
apoyar su campaña. En su gobierno, el imperialismo trató de diseñar lo que
se dio en llamar la "Revolución en Libertad", como respuesta ideológica a la
Revolución Cubana. Lo que engendró fueron los fundamentos de la tiranía
fascista. En esa elección, Allende obtiene, sin embargo, más de un millón de
votos.
Encabeza en 1966 la delegación que asiste a la Conferencia Tricontinental de
La Habana. Visita la Unión Soviética en el 50 Aniversario de la Revolución
de Octubre. El año siguiente, 1968, visita la República Democrática de
Corea, la República Democrática de Viet Nam, donde tiene la satisfacción de
conocer y conversar con el extraordinario dirigente de ese país, Ho Chi
Minh. Incluye en ese mismo recorrido a Camboya y Laos, en plena
efervescencia revolucionaria.
Tras la muerte del Che, acompaña personalmente hasta Tahití a tres cubanos
de la guerrilla en Bolivia, que sobrevivieron a la caída del Guerrillero
Heroico y se encontraban ya en territorio chileno.
La Unidad Popular, coalición política integrada por comunistas, socialistas,
radicales, MAPU, PADENA y Acción Popular Independiente, lo proclama su
candidato el 22 de enero de 1970, y triunfa el 4 de septiembre en los
comicios de ese año.
Es un ejemplo verdaderamente clásico de la lucha por vías pacíficas para
establecer el socialismo.
El gobierno de Estados Unidos, presidido por Richard Nixon, después del
triunfo electoral entra de inmediato en acción. El Comandante en Jefe del
Ejército chileno, general René Schneider, es víctima de un atentado el 22 de
octubre y fallece tres días después porque no se plegaba a la demanda
imperialista de un golpe de Estado. Fracasa el intento de impedir la
llegada de la Unidad Popular al gobierno.
Allende asume legalmente con toda dignidad el cargo de Presidente de Chile
el 3 de noviembre de 1970. Comienza desde el gobierno su heroica batalla
por los cambios, enfrentando al fascismo. Tenía ya 62 años de
edad. Me cupo el honor de haber compartido con él 14 años de lucha
antiimperialista desde el triunfo de la Revolución Cubana.
En las elecciones municipales de marzo del año 1971, la Unidad Popular
obtiene mayoría absoluta de los votos con 50,86 por ciento. El 11 de julio
el presidente Allende promulga la Ley de Nacionalización del Cobre, una idea
que había propuesto al Senado 19 años antes. Fue aprobada en el Congreso
por unanimidad. Nadie se atrevía a objetarla.
En 1972 denuncia en la Asamblea General de las Naciones Unidas la agresión
internacional de que es víctima su país. Es ovacionado de pie durante
largos minutos. Visita ese mismo año la Unión Soviética, México, Colombia y
Cuba.
En 1973, al realizarse las elecciones parlamentarias de marzo, la Unidad
Popular obtiene un 45 por ciento de los votos y aumenta su representación
parlamentaria.
No pueden prosperar las medidas promovidas por los yanquis en las dos
Cámaras para destituir al Presidente.
El imperialismo y la derecha agudizan una lucha sin cuartel contra el
gobierno de la Unidad Popular y desatan el terrorismo en el país.
Le escribí seis cartas confidenciales a mano, con letra pequeñita y una
pluma de punta fina entre los años 1971 y 1973, en las que le abordaba temas
de interés con la mayor discreción.
El 21 de mayo de 1971 le decía:
"...Estamos maravillados de tu extraordinario esfuerzo y tus energías sin
límites para sostener y consolidar el triunfo.
"Desde aquí se puede apreciar que el poder popular gana terreno a pesar de
su difícil y compleja misión.
"Las elecciones del 4 de Abril constituyeron una espléndida y alentadora
victoria.
"Han sido fundamentales tu valor y decisión, tu energía mental y física para
llevar adelante el proceso revolucionario.
"Seguramente les esperan a ustedes grandes y variadas dificultades a
enfrentar en condiciones que no son precisamente ideales, pero una política
justa, apoyada en las masas y aplicada con decisión no puede ser vencida..."
El 11 de septiembre de 1971, le escribí:
"El portador viaja para tratar contigo los detalles de la visita.
"Inicialmente, considerando un posible vuelo directo en avión de Cubana,
analizamos la conveniencia de aterrizar en Arica e iniciar el recorrido por
el norte. Surgen luego dos cosas nuevas: interés expresado a ti por
Velazco Alvarado de un posible contacto en mi viaje hacia esa; posibilidad
de contar con un avión soviético IL-62 de mayor radio. Esto último
permite, si se quiere, arribar en vuelo directo a Santiago.
"Va un esquema de recorrido y actividades para que tú añadas, suprimas e
introduzcas las modificaciones que estimes pertinente.
"He procurado pensar exclusivamente en lo que pueda ser de interés político
sin preocuparme mucho el ritmo o la intensidad del trabajo, pero todo en
absoluto queda sometido a tus criterios y consideraciones.
"Hemos disfrutado mucho los éxitos extraordinarios de tu viaje a Ecuador,
Colombia y Perú. ¿Cuándo tendremos en Cuba la oportunidad de emular con
ecuatorianos, colombianos y peruanos en el enorme cariño y el calor con que
te recibieron?"
En aquel viaje, cuyo esquema transmití al presidente Allende, salvé
milagrosamente la vida. Recorrí decenas de kilómetros ante una multitud
enorme, situada a lo largo del camino. La Agencia Central de Inteligencia
de Estados Unidos organizó tres acciones para asegurar mi asesinato durante
ese viaje. En una entrevista de prensa anunciada con anterioridad, había
una cámara suministrada por una emisora televisiva de Venezuela equipada con
armas automáticas, manejada por mercenarios cubanos que con documentos de
ese país habían ingresado a Chile. El valor les falló a los que solo tenían
que apretar el gatillo durante el largo tiempo que duró la entrevista y las
cámaras me enfocaron. No querían correr el riesgo de morir. Me habían
perseguido, además, por todo Chile, donde no me volvieron a tener tan cerca
y vulnerable. Sólo pude conocer los detalles de la cobarde acción años más
tarde. Los servicios especiales de Estados Unidos habían llegado más lejos
de lo que podíamos imaginarnos.
El 4 de febrero de 1972 escribí a Salvador:
"La delegación militar fue recibida con el mayor esmero por todos aquí. Las
Fuerzas Armadas Revolucionarias dedicaron prácticamente todo su tiempo
durante esos días a atenderla. Los encuentros fueron amistosos y humanos.
El programa intenso y variado. Mi impresión es que el viaje ha sido
positivo y útil, que existe la posibilidad y es conveniente seguir
desarrollando estos intercambios.
"Con Ariel hablé sobre la idea de tu viaje. Comprendo perfectamente que el
trabajo intenso y el tono de la contienda política las últimas semanas no te
hayan permitido considerarlo para la fecha aproximada que mencionamos en
esa. Es indudable que no habíamos tomado en cuenta estas eventualidades.
Por mi parte, aquel día, vísperas de mi regreso, cuando cenábamos ya de
madrugada en tu casa, ante la falta de tiempo y la premura de las horas, me
tranquilizaba pensar que relativamente pronto nos volveríamos a encontrar en
Cuba donde íbamos a disponer la posibilidad de conversar extensamente.
Tengo, no obstante, la esperanza de que puedas tomar en consideración la
visita antes de mayo. Menciono este mes, porque a más tardar, desde
mediados del mismo, tengo que realizar el viaje, ya impostergable, a
Argelia, Guinea, Bulgaria, otros países y la URSS. Esta amplia visita me
llevará considerable tiempo.
"Te agradezco mucho las impresiones que me comunicas sobre la situación.
Aquí, cada día más familiarizados, interesados y afectados emotivamente
todos con el proceso chileno, seguimos con gran atención las noticias que
llegan de allá. Ahora podemos comprender mejor el calor y la pasión que
debió suscitar la revolución cubana en los primeros tiempos. Podría decirse
que estamos viviendo nuestra propia experiencia a la inversa.
"En tu carta puedo apreciar la magnífica disposición de ánimo, serenidad y
valor con que estás dispuesto a enfrentar las dificultades. Y eso es
fundamental en cualquier proceso revolucionario, especialmente cuando se
desarrolla en las condiciones sumamente complejas y difíciles de Chile. Yo
regresé con una extraordinaria impresión de la calidad moral, cultural y
humana del Pueblo Chileno y de su notable vocación patriótica y
revolucionaria. A ti te ha correspondido el singular privilegio de ser su
conductor en este momento decisivo de la historia de Chile y de América,
como culminación de toda una vida de lucha, como dijiste en el estadio,
consagrada a la causa de la revolución y el socialismo. Ningún obstáculo
puede ser invencible. Alguien dijo que en una revolución se marcha adelante
con 'audacia, audacia y más audacia'. Yo estoy convencido de la profunda
verdad que encierra este axioma."
Le escribí de nuevo al presidente Allende el 6 de septiembre de 1972:
"Con Beatriz te mandé mensaje sobre distintos tópicos. Después que ella
partió y con motivo de las noticias que estuvieron llegando la pasada
semana, decidimos enviar al compañero Osmany para ratificarte nuestra
disposición de colaborar en cualquier sentido, y a la vez tú puedas
comunicarnos a través de él tu apreciación de la situación y tus ideas con
relación al viaje proyectado a esta y otros países. El pretexto del viaje
de Osmany será inspeccionar la Embajada cubana, aunque no se le dará
publicidad alguna. Queremos que su estancia en esa sea muy breve y
discreta.
"Los puntos planteados por ti a través de Beatriz ya se están
cumplimentando...
"Aunque comprendemos las actuales dificultades del proceso chileno, tenemos
la confianza de que ustedes hallarán el modo de vencerlas.
"Puedes contar enteramente con nuestra cooperación. Recibe un saludo
fraternal y revolucionario de todos nosotros."
El 30 de junio de 1973 enviamos una invitación oficial al presidente
Salvador Allende y a los partidos de la Unidad Popular a la conmemoración
del 20 Aniversario del ataque al Cuartel Moncada.
En carta aparte, le digo:
"Salvador:
"Lo anterior es la invitación oficial, formal, para la conmemoración del 20
Aniversario. Lo formidable sería que tú pudieras dar un salto a Cuba para
esa fecha. Puedes imaginarte lo que significaría eso de alegría,
satisfacción y honor para los cubanos. Sé que eso sin embargo depende más
que nada de tus trabajos y de la situación en esa. Lo dejamos por tanto a
tu consideración.
"Todavía estamos bajo el impacto de la gran victoria revolucionaria del día
29 y tu brillante papel personal en los acontecimientos. Es natural que
muchas dificultades y obstáculos subsistirán pero estoy seguro de que esta
primera prueba exitosa les dará gran aliento y consolidará la confianza del
pueblo. Internacionalmente se ha dado gran relieve a los sucesos y se
aprecia como un gran triunfo.
"Actuando como lo hiciste el 29, la revolución chilena saldrá victoriosa de
cualquier prueba por dura que sea.
Te reitero que los cubanos estamos a tu lado y que puedes contar con tus
fieles amigos de siempre."
El 29 de julio de 1973 le envío la última carta:
"Querido Salvador:
"Con el pretexto de discutir contigo cuestiones referentes a la reunión de
países no alineados, Carlos y Piñeiro realizan un viaje a esa. El objetivo
real es informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre
nuestra disposición a cooperar frente a las dificultades y peligros que
obstaculizan y amenazan el proceso. La estancia de ellos será muy breve por
cuanto tienen aquí muchas obligaciones pendientes y, no sin sacrificio de
sus trabajos, decidimos que hicieran el viaje.
"Veo que están ahora en la delicada cuestión del diálogo con la D.C. en
medio de acontecimientos graves como el brutal asesinato de tu edecán naval
y la nueva huelga de los dueños de camiones. Imagino por ello la gran
tensión existente y tus deseos de ganar tiempo, mejorar la correlación de
fuerzas para caso de que estalle la lucha y, de ser posible, hallar un cauce
que permita seguir adelante el proceso revolucionario sin contienda civil, a
la vez que salvar tu responsabilidad histórica por lo que pueda ocurrir.
Estos son propósitos loables. Pero en caso de que la otra parte, cuyas
intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se
empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio
imposible de pagar por la Unidad Popular y la Revolución, lo cual es,
incluso, bastante probable, no olvides por un segundo la formidable fuerza
de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en
todos los momentos difíciles; ella puede, a tu llamado ante la Revolución
en peligro, paralizar a los golpistas, mantener la adhesión de los
vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el
destino de Chile. El enemigo debe saber que está apercibida y lista para
entrar en acción. Su fuerza y su combatividad pueden inclinar la balanza en
la capital a tu favor aun cuando otras circunstancias sean desfavorables.
"Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta el precio
de tu propia vida, que todos te saben capaz de cumplir, arrastrarán a tu
lado a todas las fuerzas capaces de combatir y a todos los hombres y mujeres
dignos de Chile. Tu valor, tu serenidad y tu audacia en esta hora histórica
de tu patria y, sobre todo, tu jefatura firme, resuelta y heroicamente
ejercida, constituyen la clave de la situación.
"Hazles saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos
cubanos.
"Te reitero el cariño y la ilimitada confianza de nuestro pueblo."
Esto lo escribí mes y medio antes del golpe. Los emisarios eran Carlos
Rafael Rodríguez y Manuel Piñeiro.
Pinochet había conversado con Carlos Rafael. Le había simulado una lealtad
y firmeza similares a las del general Carlos Prats, Comandante en Jefe del
Ejército durante parte del gobierno de la Unidad Popular, un militar digno
al que la oligarquía y el imperialismo pusieron en total crisis, que lo
obligó a renunciar al mando , y fue más tarde asesinado en Argentina por
los esbirros de la DINA, después del golpe fascista de 1973.
Yo desconfiaba de Pinochet desde que leí los libros de geopolítica que me
obsequió durante mi visita a Chile y observé su estilo, sus declaraciones y
los métodos que como Jefe del Ejército aplicaba cuando las provocaciones de
la derecha obligaban al presidente Allende a decretar el estado de sitio en
Santiago de Chile. Recordaba lo que advirtió Marx en el 18 Brumario.
Muchos jefes militares del ejército en las regiones y sus estados mayores
querían conversar conmigo dondequiera que llegaba, y mostraron notable
interés por los temas de nuestra guerra de liberación y las experiencias de
la Crisis de Octubre de 1962. Las reuniones duraban horas en las
madrugadas, que era el único tiempo libre para mí. Yo accedía por ayudar a
Allende, inculcándoles la idea de que el socialismo no era enemigo de los
institutos armados. Pinochet, como jefe militar, no fue una excepción.
Allende consideraba útiles estos encuentros.
El 11 de septiembre de 1973 muere heroicamente defendiendo el Palacio de La
Moneda. Combatió como un león hasta el último aliento.
Los revolucionarios que resistieron allí la embestida fascista contaron
cosas fabulosas sobre los momentos finales. Las versiones no siempre
coincidían, porque luchaban desde diferentes puntos de Palacio. Además,
algunos de sus más cercanos colaboradores murieron, o fueron asesinados
después del duro y desigual combate.
La diferencia de los testimonios consistía en que unos afirmaban que los
últimos disparos los hizo contra sí mismo para no caer prisionero, y otros
que su muerte sobrevino por fuego enemigo. El Palacio ardía atacado por
tanques y aviones para consumar un golpe que consideraban trámite fácil y
sin resistencia. No hay contradicción alguna entre ambas formas de cumplir
el deber. En nuestras guerras de independencia hubo más de un ejemplo de
combatientes ilustres que, cuando ya no había defensa posible, se privaron
de la vida antes de caer prisioneros.
Hay mucho que decir todavía sobre lo que estuvimos dispuestos a hacer por
Allende, algunos lo han escrito. No es el objetivo de estas líneas.
Hoy se cumple un siglo de su nacimiento. Su ejemplo perdurará.
Fidel Castro Ruz
Junio 26 de 2008
6 y 34 p.m.